Sí, esos labios que tanto me gustan. No, mejor dicho me fascinan. Y es que son como una droga que me atrapa. Sus labios hacen que enloquezca de amor, aveces me hacen reír con esos cosquilleos que causan en algunas partes de mi cuerpo. Y son tan dulces como las cerezas, esas que me encantan comerlas, saborearlas, una por una, ricas, jugosas & rojas. Así son sus labios.
Lo que pasa es que quiero morderlos. Recorrer cada milímetro de ellos, con mis labios, con mi mano, con los dedos, hasta casi desgastarlos.